Esta estatua, un regalo de Francia para conmemorar el centenario de la independencia de Estados Unidos, simboliza la democracia y una tierra de nuevas oportunidades. Por eso, suele aparecer cuando se habla de festivos nacionales como el Día de la Independencia o de la libertad política.

Antiguamente, esta estatua era lo primero que veían los inmigrantes europeos al llegar en barco a Nueva York. Para ellos, era un símbolo de esperanza. También aparece con frecuencia en películas y series, y es uno de los iconos más potentes que representan a la propia ciudad de Nueva York.